jueves, 22 de julio de 2010

El día más largo de mi vida

Mi llegada a China fue de lo más agotador. Los días previos a mi marcha fueron intensos y muy emocionales en todos los sentidos. Puede que no haya vivido tantas emociones a la vez ni en varios años juntos. Tuve poco tiempo para las vacaciones de éste verano del año 2010. Mi partida era el día 20 de Julio y el día 3 de Julio estaba acabando mi último examen con la escuela de medicina tradicional china de Madrid (MTC). Recuerdo bien aquel día de despedida con mis compañeros de clase. Fue el primero de una serie de desfases que a la larga me provocarían profundo agotamiento físico.

Aquel día era el día del partido de España contra Paraguay y lo vimos en un pequeño bar cerca de Gran Vía. Ya desde las 12 del medio día habíamos salido de clase todos juntos, tomamos unas copas y vimos el partido después de comer en un bufet libre asiático. Pero ahí no quedó la cosa, más tarde nos fuimos de fiesta y pasamos casi toda la noche en pie.

Ese lunes empezaron mis vacaciones en Madrid. Aproveché para ver a mis amigos más cercanos, ir al parque de atracciones, abusar de la piscina cuanto pudimos, salir a karaoke de fiesta, conocer a personas estupendas y disfrutar de la vida como si el mundo se acabara ese domingo. Para mucha gente el domingo acabó el mundo y me refiero a los jugadores de la selección alemana del mundial. para otros tantos aquel día se iluminó una nueva luz en sus vidas. En mi caso fue un día bastante solitario. Ni mi amigo Jos ni yo quisimos ir a un bar a ver el partido final así que nos fuimos cada uno por nuestra cuenta y tuve tiempo de pensar y de estar conmigo misma. Tan solo encendimos la televisión para ver el resultado y nos tocó tragar con la prórroga. Y sin ver a ninguna persona más, me marché para Asturias, a mi casa, a prepararme para un largo viaje.

No fue poca la tristeza ni el llanto que sufrí despidiéndome de Nirvana, mi bebé, la gatita más linda del mundo entero a quien más echo de menos... con ella no puedo hablar ni por messenger ni por skype... Y al volver a Madrid con la decisión precipitada de hacerlo 3 días antes de lo previsto para pasar un poco más de tiempo con mis amigos, aproveché como nunca el tiempo concedido.

El día 19 empieza el día más largo de mi vida. Me levanté a las 9 de la mañana para preparar mi fiesta de despedida. Una fiesta tipo campamento de verano con juegos infantiles, globos de aire y de agua y el imperdonable papel continuo en la pared para los dibujos.
Sin descanso y con fatiga fuimos a cenar al Vergel,el restaurante vegetariano de Príncipe Pío, y allí logré reunir a la mayor parte de mis seres más queridos del momento y de tiempos pasados. Mi amiga Gabi por desgracia tuvo que pasar fugazmente a despedirme en un mar de lágrimas que me hizo tomar el primer contacto con la realidad futura: me estaba despidiendo.
El tiempo que pasamos en la cena fue destacable por detalles agradables y desagradables. El servicio me decepcionó profundamente debido a lo que espero fuesen confusiones y no un intento real por parte de los camareros de sacarnos 50 euros extra. Tras un breve discurso que di con seriedad (no sé cómo lo logré)muchos de los comensales se echaron a llorar y yo empecé una larga cadena de despedidas que nos acompañó hasta el BoraBora (bar de cócteles de Ventura Rodríguez). Despedidas y llantos fueron los protagonistas de la noche.

No pude dormir ni 3 horas. Los nervios y la necesidad de hablar con Jos duraron casi todo el tiempo. Mi despertar el día 20 estuvo cargado de endorfinas liberadas por el inevitable vómito de nervios. Con pesar en el corazón y en el cuerpo partí a las 7 de la mañana para el aeropuerto. Muchas de las personas que dijeron que vendrían a despedirse de mi no pudieron por los efectos secundarios de quedarse en el bar después de mi marcha. Tan sólo Jos y Ángela pudieron acompañarme. Y ante la puerta del control de seguridad, en el último abrazo, me derrumbé complétamente.

Las horas de vuelo a Amsterdam fueron un llanto permanente. En Amsterdam pasé casi todo el día a la espera de mi siguiente vuelo ya derecho a Pekín. Despedirme de mi padre fue otra ardua tarea cargada de emociones. Mientras le abrazaba recordaba tiempos que pasé a su lado y se me removían las tripas pensando que me alejaba de él.

Cuando me quedé sóla ya en la puerta de embarque estaba asustada pero contenta. Una vez subí al Jumbo de KLM empecé a observar a mi alrededor a todos los chinos que viajaban en aquel avión y haciéndome a la idea de que aquello sería todo lo que vería a mi llegada. El viaje sin noche hacia mi "nuevo mundo" se me hizo bastante ameno. Dormí dos breves horas a trompicones, pude ver "Alice in Wonderland" en inglés subtitulado al chino cofbodriocofcof, intenté hacer un sudoku samurai que no pude acabar y obsevé el fantástico fenómeno que acabo de mencionar: el sol de medianoche. No sé si es el término correcto porque no había sol, solo claridad y un atardecer permanente cuando pasábamos por Rusia.

El capitán avisó de la llegada a Pekín y descendimos . Todos los extranjeros nos pusimos a mirar por la ventanilla y pudimos contemplar la neblina que cubría a Pekín. "Se me ha olvidado la bombona de oxígeno" pensé pero ya era tarde... Supuse que aquí las venderían a precio de agua mineral como una evidencia que debió quedar en el fiasco cuando comprobé que no.

De ninguna de las maneras me iba a ir a dormir. Hablamos de las nueve de la mañana del día 21: mi tercer día en vela. Vale que me comí 6 horas y que algo si que cabeceé pero no dejé de estar agotada.




Ya había llegado a Pekín. Una de mis maletas estaba perdida pero el aeropuerto fue muy eficiente y al día siguiente me llegó a la residencia. Cogí un taxi con las indicaciones que me había dado la universidad y empecé a notar las diferencias con mi país. Para empezar en el taxi había cinturón de seguridad pero no manera de abrochárselo. Al intentarlo recordé que Zhang Meng me había explicado que nadie se lo abrocha y que los taxistas se lo toman a mal pues es como un insulto a su confianza. Por otra parte me di cuenta de que aqui las normas tienen poco valor y tanto así las líneas de circulación. Con total naturalidad adelantó un gran trecho por el arcén y ningún coche le pitó. Me costó 150元 llegar a la universidad. Solté mis cosas y fui a arreglar los asuntos más inmediatos: el acceso a Internet (140元). Acceso como quien dice... Bueno, dejemos ese asunto. El pago de la universidad y la residencia eran también prioritarios.

Comí como los chinos a las 12 del mediodía. No tenía hambre pero me metí en un restaurante de comida internacional y me obligué a tomar un plato de arroz con cosas... que por desgracia y para mi vergüenza (odio dejar comida) se quedó a la mitad.

A las seis de la tarde por fin acabó este el más largo día de mi vida. Caí rendida a la cama/tabla de madera con sábanas y dormí plácidamente hasta las 4 de la mañana que me desperté... pero eso ya es otra historia que contaremos en otra ocasión.

Espero que lo hayais disfrutado y os sea útil. ¡Feliz día!

树诗雨



2 comentarios:

  1. Que divertido eso de que el cinturón sea un insulto y sin embargo las normas de circulación no existan. Es como si a un violador le ofende que su víctima lleve spray de pimienta en el bolso.

    ¿Estaba bueno el arroz con cosas?¿La tabla de madera era cómoda?

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  2. Me he reído mucho con tu relato. Que sí, que no es un chiste, ya lo sé, pero me ha traído recuerdos ^^

    Sobre todo cuando empiezas a narrar a partir de Amsterdam, menos mal que lo has relatado, porque empezaba a olvidárseme lo que había pasado a partir de que salste de Barajas xD

    Espero que sea la primera entrada de muchas, que nos cuentes cosas interesantísimas (osea), y que no te olvides de AsiaZarzal, que ahí está, administrada por mi, supervisada por mí, actualizada por mí (y por mi esposa), y leída por pocos xD No volveras a postear ahi??? T____T

    Bueno, que no me enrollo más. Que disfruto mucho leyéndote.

    Baby let me love ya, love ya, love ya~~♥!!

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