~~~新年快乐~~~
Al principio del día 2 de febrero pensábamos que había estallado la guerra pero pronto salimos del sopor del sueño del recién despertado comprendimos que en realidad se trataban de miles de petardos, fuegos artificiales y otros artilugios de diversión cargados de pólvora.
Durante el día no se pudo hacer nada, la ciudad estaba parada. Tiendas, restaurantes y demás estaban cerrados y sólo los vigilantes de seguridad de turno y las franquicias extranjeras permanecieron abiertas (como el Ikea que me salvó la vida a la hora de comer). Y los ruidos que inundaban la calle no eran nada en comparación con lo que estaba por venir, aunque eso yo no podía imaginarlo. De lo que no cabía duda era de que se palpaba en el aire el sentimiento de festejo.
A las 4 estábamos listos para salir a cenar a casa de la profesora que nos había invitado. Tardamos casi 45 minutos de autobuses porque ella vive más allá del quinto anillo. Las carreteras estaban tranquilas, no había tráfico de tal manera que los pocos conductores y viandantes respetaban las normas de circulación.
Cuando llegamos nos recibió una familia normal, casera. Los tres (madre, padre e hijo) estaban vestidos en ropa cómoda, de andar por casa. Mientras la profesora preparaba la cena, ayudamos al padre a decorar la casa. Luego ayudamos a la madre a preparar unos 水饺 shui jiao (como raviolis).
El ruido iba aumentando según se acercaba la noche y tras caer el sol los fuegos artificiales eran ensordecedores. Corrimos a la ventana para ver los del patio de la comunidad. Y vimos como ardía un gran arbusto en llamas, que por suerte fue extinguido. Muchos fuegos como ése nacieron ayer por la noche.
Me explicaron que, según la leyenda, había un monstruo que devoraba a luna y que provocaban fuego estridente de color rojo para ahuyentarlo, dando origen a los fuegos artificiales.
A las 8 todo el mundo enciende la televisón. Nosotros estuvimos viendo la CCTV1 en la que había el que se considera el espectáculo más importante de todo el año. Lo que me decepcionó un poco es que el espectáculo estaba complétamente preparado y se notaba a la legua que todo era un playback constante, que no hablaban ni los presentadores y que los acróbatas llevaban hilos invisibles para no caerse. Para mi eso mata mucho la magia.
A todo esto ya estábamos cenando. Se preparan varios platos, siempre de número par (sin incluir la sopa), es decir: 2, 4, 6 u 8 platos distintos, y en el día de año nuevo se debe comer siempre pescado porque trae suerte. Se ponen en el centro y vamos picando de ahi. Nosotros tomamos pez (no digo pescado porque la manera en que lo sirven aquí -entero- sólo me insta a llamarlo pez), los shui jiao que estaban riquísimos, carne de vaca, unas verduras y algo parecido al tofu. Estaba todo riquísimo. Luego, entre los shui jiao había uno con una bolita que es como el juguete del roscón de reyes: a quien le toque le da suerte.
Volvimos a la residencia bastante temprano. A las 11 el padre nos llevó en coche y a esa hora las calles ya eran una marea de pólvora. Me pudo la emoción y a los cinco minutos de llegar volví a salir a la calle con mi cámara de fotos. Traté de grabar la impresión, la maravilla, el impacto, la emoción que viví ayer por la noche... pero creo que la mala calidad de los videos no van a lograr haceros llegar esta marabunta de emociones... De todos modos aquí os los dejo.
(Sobre los videos: los primeros son desde la casa de mi profesora y apenas se ve nada. He colgado todos, hay alguno en el que se ve bastante bien lo que intento transmitiros: los cientos de focos de fuegos artificiales que había y cómo estaban al alcance de nuestra mano, del viandante, no allá a lo lejos como siempre los hemos visto -al menos en mi caso-. Mirad los que queráis y otead la maravilla del día de año nuevo en Pekín)